En Bogotá descubren ‘bodega secreta’ con ‘best sellers’ falsos listos para su comercialización*

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¿Cuántas veces, al transitar por las concurridas calles y arterias principales de ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Bucaramanga y Barranquilla, por citar algunas, no se ha encontrado usted frente a un improvisado puesto en plena calle donde se exhiben libros que en apariencia son originales?

No se deje engañar. Son ediciones piratas que atentan contra una industria de la que viven miles de trabajadores contratados de manera directa o indirecta.

Colombia, como muchos o casi todos los países, tampoco ha podido escapar de ese flagelo que también incursionó en la producción pirata de discos compactos, películas en formatos Beta, VHS y DVD, ropa, juguetes, y un gran etc.

El pasado 7 de agosto, un equipo de investigación criminal de la Policía Metropolitana de Bogotá llevó a cabo un operativo simultáneo en dos puntos de la ciudad, revelando los intríngulis de amplia dimensión de una red dedicada a la producción y distribución masiva de libros piratas.

La acción fue coordinada por la Sijín Metropolitana, la Fiscalía General de la Nación y la participación de unidades especializadas del Goes y el Fudis (Fundación para el Desarrollo Integrado Sustentable de la Policía Nacional), la cual dejó al descubierto no solo la infraestructura utilizada, sino también el alcance económico y logístico de este negocio ilegal.

Autoridades durante la incautación de ejemplares falsificados y maquinaria industrial en imprenta clandestina y bodega – crédito Policía Nacional

La investigación, que hace parte de una ofensiva integral contra la piratería editorial, condujo a las autoridades hasta una imprenta clandestina en la Localidad de Bosa y una bodega en la Localidad de Santa Fe. 

Después de semanas de seguimiento por parte de las autoridades, se pudo constatar que ninguno de esos sitios correspondía realmente, a lo que era: la imprenta, funcionaba en una zona densamente poblada y un flujo constante de personas ajenas a lo que realmente se hacía al interior del establecimiento y, por otra parte, la bodega se encontraba camuflada en un parqueadero del centro de la ciudad.

En el allanamiento llevado a cabo en Bosa, se encontraron y se procedió al decomiso, de 1.880 ejemplares terminados y listos para su comercialización; 240.000 pliegos impresos de variados títulos y 191 planchas de impresión.

Entre los elementos decomisados estaban 10.400 pliegos de papel en blanco, cuatro cartuchos de tinta para duplicadoras, 22 lonas con restos de recorte, tres duplicadoras digitales industriales, una guillotina industrial y 11 botellas de tinta y alcohol industrial lo que demuestra que no se trataba de algo improvisado ni provisional, sino de todo un taller editorial con una producción a gran escala.

En la bodega ubicada en la Localidad de Santa Fe, el panorama, aunque era distinto, era igual de significativo: 3.672 libros piratas tipo best seller estaban almacenados y clasificados y listos para su distribución. Las autoridades han deducido que este punto operaba como un centro de acopio para abastecer el mercado ilegal en diferentes regiones del país.

Las autoridades retiraron antes de ingresar a circulación 5.552 ejemplares falsificados, “un golpe directo a las finanzas de la red delictiva, que se beneficiaba de la reproducción y venta ilegal de títulos de interés general y de gran demanda comercial”, expresaron investigadores de la Sijin.

Tanto el material como la maquinaria incautados, quedarán bajo custodia como evidencia judicial. La Fiscalía y la Sijín de Bogotá confirmaron que las investigaciones se seguirán articulando, pues el objetivo final es el de identificar a todos los miembros de la red y lograr su completa desarticulación.

Este golpe del 7 de agosto, aunque significativo, es solo un paso en una lucha que aún está lejos de concluir, pues más allá de las cifras, lo que ha quedado al descubierto una vez más, es la vulneración por parte de la piratería de los derechos de autores y editoriales, y el sostenimiento de economías clandestinas que operan al margen de cualquier regulación.

Aspecto de la bodega en la Localidad de Bosa, crédito Policía Nacional

Recomendaciones a tener en cuenta

Detectar un libro pirata, aunque no siempre es sencillo, existen señales claras que pueden ayudarle a diferenciarlo de una edición legal. Observe con atención la calidad de impresión. Los ejemplares falsificados suelen presentar portadas descoloridas, imágenes borrosas o tipografías irregulares. Es común encontrar que el papel utilizado sea de menor gramaje, más áspero al contacto o con un tono amarillento anormal.

Al revisar la encuadernación, tenga en cuenta que un libro original mantiene sus páginas bien alineadas y firmemente sujetas. Por lo contrario, las copias ilegales tienden a despegarse con facilidad o a mostrar cortes desiguales en los bordes. Verifique también, la presencia de errores ortográficos o de diagramación, pues las versiones piratas suelen reproducirse sin una revisión profesional.

Tenga en cuenta los datos editoriales, ya que todo libro legítimo incluye el sello de la editorial, el número de Isbn y la información legal correspondiente, normalmente en las primeras páginas. Por lo tanto, la ausencia o alteración de estos elementos es una alerta inmediata.

Por último, reflexione sobre el canal de compra. Adquirir ejemplares en lugares no autorizados, como vendedores informales o páginas Web de dudosa procedencia, aumenta significativamente el riesgo a recibir material falsificado. Optar siempre por librerías, distribuidores reconocidos o plataformas oficiales no solo garantiza calidad, sino que respalda el trabajo de autores y editores.

La Cámara Colombiana del Libro, CCL, ente que agremia a editores, distribuidores y libreros, informó que la industria editorial en el territorio nacional tiene pérdidas anuales superiores a los $200 mil millones por cuenta de la ilegalidad, presente en libros de interés general (novela, poesía y cuento), textos escolares y libros profesionales y universitarios. 

De acuerdo con la CCL, el impacto negativo que genera la piratería de libros en la industria editorial colombiana es ostensible. Y es que la afectación de la piratería en al ámbito editorial es cada vez más visible en este sector que reúne a miles de personas trabajando en pro de los libros y la lectura. Editores, distribuidores y libreros luchan a diario para frenar este flagelo latente a lo largo y ancho del territorio nacional. 

Las autoridades decomisaron más de 5.000 libros listos para su comercialización. Crédito Policía Nacional

Un flagelo presente en las aulas de clases

El Gobierno Nacional ha expedido numerosas directrices en las cuales se ilustra ampliamente el interés de proteger los derechos de los creadores. Una de ellas es la directiva ministerial No. 01 del 9 de enero de 2007, en la cual se insta a las autoridades e instituciones educativas a asumir una conducta de cero tolerancias frente al uso de libros piratas y fotocopiados en las instituciones educativas, ya que constituyen una violación a las normas disciplinarias, civiles y penales sobre derecho de autor y genera consecuencias para quien la tolera o promueve.

La Cámara Colombiana del Libro – CCL, fundada en 1951, es un gremio sin ánimo de lucro que representa y defiende los intereses de editores, distribuidores y libreros, con el objetivo de promover el desarrollo del sector del libro en Colombia y promotora de la democratización del libro y la implementación de leyes que orientan su protección y el fomento de la lectura.

*Con información suministrada por la Policía Nacional de Colombia

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