Comunidades indígenas de Leticia y Puerto Nariño vivieron una jornada de reconocimiento, intercambio y reconexión con sus saberes culinarios ancestrales mediante el Festival de la Abundancia del programa #CocinasParaLaPaz

El pasado 28 de junio, San Martín de Amacayacu fue escenario del Festival de la Abundancia, una celebración intercultural que reunió a comunidades indígenas de Leticia y Puerto Nariño —Tikuna, Cocama, Uitoto, Inga, Miraña, Murui Muina, Yucuna, Comejeya y Uitoto M+n+ka— en torno a la cocina, la memoria y el territorio. Durante la jornada, se compartieron platos típicos, se intercambiaron semillas, se exhibieron artesanías y vajillas de barro, y se danzó al ritmo de cantos tradicionales. Más que una fiesta, fue una afirmación de que alimentarse también es un acto espiritual y de conexión con la tierra.
Cocinas para la Paz: saberes que resisten
La iniciativa fue liderada por el programa #CocinasParaLaPaz, impulsado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes (MinCulturas) en alianza con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO. En total, participaron 79 personas adultas —incluidas víctimas del conflicto armado— y 73 niñas, niños y adolescentes, quienes se articularon para preservar y transmitir conocimientos culinarios ancestrales en un contexto marcado por el avance del turismo, la urbanización y los desafíos de identidad cultural.
Este programa busca reconocer y proteger la diversidad de prácticas alimenticias tradicionales como pilares de identidad, bienestar y pertenencia. Desde 2012, se inscribe en la Política para el conocimiento, salvaguardia y fomento de la alimentación y cocinas tradicionales de Colombia.
Durante el encuentro, Mónica Pulido, asesora de MinCulturas, subrayó que “la cultura es un derecho, y la alimentación está presente en él”. Por su parte, Rocío Perdomo, asesora regional de la FAO, destacó el valor espiritual de los alimentos cultivados en las chagras y el intercambio de semillas como símbolo de diversidad y cuidado colectivo.

Leticia: entre la tradición culinaria y el turismo sostenible
En Leticia, capital del Amazonas, se vivió un intercambio de saberes entre comunidades indígenas y no indígenas. La asociación de mujeres pescadoras Tika-Choni fue protagonista con su fariña de pescado, un producto único que articula sostenibilidad, autonomía y tradición.
La plaza de mercado local se convirtió en un punto clave del programa, en articulación con la Dirección de Turismo municipal. Allí se reconoció el valor de las cocinas urbanas tradicionales como espacios de encuentro y resistencia cultural. “Este programa rescata nuestras recetas y nos llama a preservar nuestras costumbres desde la soberanía alimentaria”, expresó Yamile Negeteye.
Puerto Nariño: saberes en movimiento y soberanía alimentaria
En Puerto Nariño, las comunidades Ticuna y Cocama participaron activamente con mujeres agricultoras, cocineras y emprendedoras, junto a niños y adolescentes que aprendieron sobre cocina tradicional en medio de un contexto donde los productos ultraprocesados ganan terreno.
Nancy Sánchez Cauchero, de la comunidad Moniyako, compartió: “Nosotras, además de cultivar en la chagra, transmitimos el conocimiento de generación en generación para que nuestros hijos hereden este legado”.

San Martín de Amacayacu: cocina, cultura y ecoturismo comunitario
Ubicada dentro del Parque Nacional Natural Amacayacu, esta comunidad indígena articuló esfuerzos con el Consejo de Justicia, la Guardia Indígena, el Cabildo y asociaciones de mujeres como Saberes y Sabores Ticuna y PATA.
Madrid Lorena Morales, integrante de PATA, resaltó el papel de las mujeres en la agricultura familiar: “Cada familia tiene su chagra donde sembramos caña, yuca, plátano y otros productos”.
Cocinas tradicionales: motor de transformación
El balance del programa en Leticia, Puerto Nariño y San Martín de Amacayacu revela el poder de los saberes culinarios ancestrales como herramientas de resistencia, empoderamiento económico y fortalecimiento cultural. Las mujeres fueron protagonistas, liderando procesos organizativos, emprendimientos y mecanismos de gobernanza cultural.
La participación de niñas, niños y jóvenes marca un camino para contrarrestar el desarraigo urbano y revalorizar las identidades locales. Además, la articulación entre cocina, turismo y cultura abre nuevas rutas gastronómicas que promueven el desarrollo económico y el intercambio patrimonial en el corazón del Amazonas.
Esta nota fue elaborada con IA, revisada y publicada por una periodista de Cooltura Total, a partir de la información publicada en el sitio web de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO.
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