“La edición es una adicción y ahí voy a seguir hasta el día de mi muerte”

0
49

Y así sucedió. Ese día llegó el 1° de agosto, cuando Daniel Divinsky, el editor, murió a los 83 años en su natal Buenos Aires

También decía Divinsky que eso de “editar es una enfermedad absolutamente incurable”. Pero ya qué importaba. Había dejado su rastro, huella o impronta, como lo quieran llamar, desarrollado a pulso y tesón en casi 60 años de mucho trabajo, la picardía de buen lector, una pizca de buena suerte y mucho talento.

Daniel Divinsky nació en la misma ciudad en la que encontró la muerte, víctima de una enfermedad renal que lo acompañaba desde su infancia: Buenos Aires. Estudiante precoz, ingresó a sus 15 años a la universidad para estudiar Derecho, con el mandato y el ojo vigilante de su familia. También se superó a esa otra “enfermedad”, mientras daba sus primeros pasos dentro del mundo editorial que era el que en verdad le interesaba y que en 1966 ensayó su primera experiencia en ese campo, la que también terminaría marcándole toda su trayectoria. Junto a otro editor, Juan Álvarez, clave para la cultura argentina y el también abogado Oscar Finkelberg.

Detrás del nombre del sello emblemático, hay una historia. En 1966 Divinsky junto a su socio Oscar Finkelberg y Álvarez decidieron incursionar en el mundo editorial. La escritora y periodista Pirí Lugones, la nieta del poeta Leopoldo Lugones, desaparecida durante la dictadura cívico militar, exclamó: ¡Flor de editorial quieren hacer! Así nació Ediciones de la Flor, desde donde se lanzó al mundo a Mafalda, la creación de Quino y donde fueron llegando otros autores que se convertirían también en referentes de las letras argentinas como Roberto Fontanarrosa o Rodolfo Walsh.

Fue el año de 1967, el año del pistoletazo. Con Buenos Aires, de la fundación a la angustia, una antología de cuentos firmados por Leopoldo Marechal, Rodolfo Walsh, Julio Cortázar y David Viñas, entre otros.

Pero lo que definitivamente se convertiría en el salto de la editorial, se dio en 1970, cuando ya se había sumado a la dirección de la editorial Ana María Kuki Miller, pareja de Divinsky, hasta entrado este siglo XXI, con la publicación en formato libro de la historieta Mafalda del también desaparecido Joaquín Salvador Lavado, Quino.

Fotografía: A24, Buenos Aires. Quino y Daniel Divinsky junto a Mafalda

El éxito de Mafalda fue tan grande que su autor necesitó alejarse de ella, a tal punto que casi no volvió a dibujarla, ni siquiera cuando se formaban filas kilométricas para conseguir una dedicatoria suya en el stand de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Esta publicación, les cambió la vida a los socios y obvio, a la editorial. Le permitió dejar la abogacía a Divinsky, que como todo lo obligado, siempre se ejerce a disgusto. La siempre eterna niña rebelde. La enemiga acérrima de la sopa. La que siempre parece hablar desde el presente, Mafalda, fue el gran éxito de Ediciones de la Flor, con tiradas que llegaron a tener en su momento, e impensadas hoy en día, de 200.000 ejemplares.   

Durante la aciaga dictadura militar argentina de 1976 a 1983, Divinsky y Miller fueron detenidos durante cuatro meses. La supuesta trasgresión que les atribuyó el terrorismo de Estado fue por haber publicado un libro infantil, Cinco dedos, que en su carátula mostraba un puño en alto, lo que, para los censores del régimen, era un llamado a la subversión. Después de ser liberados, se exiliaron en Venezuela, donde vivieron seis años, y volverían a la Argentina luego de haberse recobrado la democracia.

Desde ese año, 1983, relanzaron Ediciones de la Flor y construyeron un amplio catálogo con más de 600 títulos, algo que venían haciendo desde los inicios de la editorial, pues en 1970, año en que había publicado su primera edición de Mafalda, también publicaron Operación Masacre de Rodolfo Walsh. Con el transcurrir de los años, remitieron a imprenta a muchos de los humoristas gráficos más destacados desde Fontanarrosa y Caloi hasta Liniers, Maitena, Sendra, Rep y muchos otros. También alojaron títulos esenciales en la innovación de la literatura argentina, como Los pichiciegos, de Fogwill, o, El traductor, de Salvador Benesdra.

Daniel Divinsky se alejó de Ediciones de la Flor en 2015, la que quedó desde ese entonces en manos de Kuki Miller. La muerte del editor se produjo apenas semanas después de haberse anunciado el final de una relación de 55 años entre la empresa y Mafalda. Es que siempre hubo una entrañable intimidad entre esas dos partes

“Lamentamos que, por decisión de sus sobrinos herederos, no podamos continuar cuidando su obra como lo hemos hecho desde que nos eligió, hace más de medio siglo. De todas formas, tenemos la certeza de que la historia mantendrá indisolublemente unidos nuestros nombres, como hasta ahora”.

Los herederos de Quino fueron consultados por el matutino español El País, pero optaron no hacer declaraciones por respeto a la larga relación que existió. Por su lado, Miller apuntó: No han de dejado de llegar mensajes de clientes, lectores y más, lamentando profundamente que nos hayan separado de los libros de Quino. Es ya, una sopa amarga, como las que no le gustan a la Mafalda

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí